María del Carmen Moreno Romero
4 diciembre, 2016
Como cubana de estos tiempos, siempre tuve un sentimiento de dolor cuando se anunciaba, ante el mundo, la entrega del “Nobel de la Paz” a algunos personajes que no podían compararse con la inmensa grandeza política, humanitaria y pacifista de NUESTRO FIDEL.
Fidel, realmente me doy cuenta que esa nominación no significa nada comparada con lo que estamos viviendo con tu desaparición física. Hoy me siento muy orgullosa por haber tenido el privilegio de vivir tu tiempo, de constatar la estela de amor, solidaridad y enseñanza que has dejado, no solo para los cubanos, sino para el universo.
Hoy se ha hecho patente la admiración que todos los hombres justos del mundo, desde el hombre más simple hasta el político, el científico, el religioso, el artista, los profesionales todos, los deportistas, y especialmente jóvenes y niños, te profesan; no existe lugar en este planeta donde no se haya elevado una voz para decir “¡Hasta siempre Fidel!”, “¡Yo soy Fidel!”.
Este sí es un “Gran Premio Nobel de la Paz”, dado espontáneamente por todos los agradecidos del mundo, que te damos las gracias nuevamente por haber vivido este momento histórico y saber que finalmente la historia, una vez más te ha reivindicado.