Por: José Echemendía Gallego
Hace solo unos meses, cuando comenzaron los lamentables disturbios golpistas en Nicaragua, escribí una nota en la que hacía referencia a los avances de la ultraderecha latinoamericana con el apoyo incondicional y condicionado de otros estados por intereses geopolíticos y, por supuesto, con el imperio norteamericano liderando toda esta compleja operación.
Ayer concluyó el proceso electoral en el gigante sudamericano, y sucedió lo que ya muchos esperaban, a pesar de los esfuerzos del Partido de los Trabajadores (PT) para revertir una tendencia que ya se mostraba abrumadora; pero se encontraron con una poderosa maquinaria internacional que no pudieron derrotar, aunque justo es reconocer que mucho avanzaron (más de 47 millones de votos, no es poca renta), pero no alcanzó; lo que demuestra que la izquierda en el continente todavía está a la zaga, no acaban de darse cuenta de que la movilización debe ser permanente, trabajando en las bases populares, o no han sabido hacerlo.
El triunfo de Jair Bolsonaro, un ultraderechista consumado, ofrece todas las garantías al imperio del norte y a las fuerzas más reaccionarias para revertir, de manera muy peligrosa, los logros de la izquierda en los últimos 20 años, digo los que sobreviven, porque bastante se ha perdido ya; este puede ser el golpe de gracia, se vendrá un distanciamiento, cuando no rompimiento absoluto, de Brasil con el denominado grupo BRIT, un adiós al MERCOSUR y de cuanta estructura de integración latinoamericana se puedan salir; será sin duda un aliado incondicional para destruir el modelo venezolano y derrocar a Nicolás Maduro.
Cómo puede un pueblo, o buena parte de él, equivocarse tanto; cómo se puede elegir para regir los destinos de una nación a un hombre con un pensamiento retrógrado, xenófobo, misógino y fascista; resulta básico no confiar en alguien que diga cosas como:
- El error de la dictadura fue torturar y no matar.
- Estoy a favor de la tortura.
- No voy a combatir ni a discriminar, pero si veo a dos hombres besándose en la calle, les voy a pegar.
- Ella no merece ser violada, porque ella es muy mala, porque ella es muy fea, no es de mi gusto, jamás la violaría.
- No hacen nada (las comunidades negras). Más de mil millones de dólares al año estamos gastando en ellos. No sirven ni para procrear.
Pero si todo eso no fuera suficiente, cómo se puede votar por un Partido y un candidato que no presenta públicamente un proyecto de gobierno, aunque queda claro que lo tiene, el mismo que hoy implementa el golpista Temer, y seguramente más recrudecido.
Vienen años difíciles para los proyectos integracionistas latinoamericanos, para los más desfavorecidos, para los millones de pobres que viven en la más absoluta miseria en muchos de nuestros países.
Es el momento en el que los movimientos sociales y las organizaciones de izquierda tienen que unirse y cerrar filas para enfrentar ese tsunami ultraderechista; la historia se repite, como en 1891 hay que decir con nuestro Héroe Nacional José Martí en su brillante ensayo Nuestra América: “…¡los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas! Es la hora del recuento y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes”.
Profe, solo la unidad revolucionaria nos hará invencibles. Fe, optimismo, pronto estarás entre nosotros.
Excelente reflexión colega. ¡Felicitaciones!