home Cultura, Cultura espirituana Reflexiones de una mujer feliz

Reflexiones de una mujer feliz

En virtud de que los tiempos modernos atiborran a las mujeres de tareas y responsabilidades en el hogar, que debieran ser compartidas por todos los miembros de la familia, los invito a leer y a que, como dice Taladrid, «saque Usted sus propias conclusiones».

Aquí les va la historia

«Mi mama tenía muchos problemas: no dormía y se sentía agotada; era irritable, gruñona y amargada; siempre estaba enferma. Hasta que un día, de pronto, cambió. La situación en la casa estaba igual, pero ella era distinta.

Cierto día, mi papá llegó de la calle y le dijo:

– Amor, llevo tres meses buscando empleo y no he encontrado nada, voy a tomarme unas cervecitas con los amigos.

– Está bien. Contestó ella

Mi hermano se le acercó días después y le dijo:
– Mamá, voy mal en todas las materias de la Universidad…

– Está bien, dijo ella, ya te recuperarás; y si no lo haces, repites el semestre, pero tú pagas la matrícula.

A la semana siguiente le dijo mi hermana:
– Mamá, choqué el carro.

– Está bien hija, llévalo al taller; busca cómo pagar y, mientras lo arreglan, movilízate en ómnibus o taxis.

Cierta mañana, llega mi cuñada (su nuera) y  le espeta sin miramientos ni expilcaciones:
– Suegra, vengo a pasar unos meses con ustedes.

– Está bien, contestó mi madre; acomódate como puedas en el sofá de la sala.

Ante esta realidad,  y muy preocupados porque mi madre no era así, decidimos reunirnos ante la sospecha de que hubiese ido al médico, y que le recetaran unas pastillas de «me importa un carajo» de 1000 mg, y que estuviera también ingiriendo una sobredosis de ellas.

Propusimos entonces hacerle una «intervención» para alejarla de cualquier posible adicción que tuviera hacia algún medicamento antiberrinches;  pero cuál no sería nuestra sorpresa, cuando estando todos reunidos a su alrededor, nos explicó lo siguiente:

– Me tomó mucho tiempo darme cuenta de que cada quién es responsable de su vida; me tomó años descubrir que mi angustia, mi mortificación, mi depresión, mi soberbia, mi insomnio y mi estrés, no resolvían sus problemas, sino que agravaban los míos. Yo, no soy responsable de las acciones de los demás, pero sí soy responsable de las reacciones que yo exprese ante eso. Por lo tanto, llegué a la conclusión de que mi deber, para conmigo misma, es mantener la calma y dejar que cada quién resuelva lo que le corresponde.

Respiró profundamente, sosegada y segura, y siguió explicando: he tomado cursos de yoga, de meditación, de desarrollo humano, de higiene mental, de vibración y de programación neurolingüística, y en ellos encontré un común denominador: todos conducen al mismo punto. Y, es que yo solo puedo tener injerencia sobre mí misma, y ustedes tienen todos los recursos necesarios para resolver sus propias vidas. Yo solo podré darles mi consejo, si acaso me lo piden, y de ustedes depende seguirlo o no.

Así que, de hoy en adelante, yo dejo de ser:

  • el receptáculo de sus responsabilidades
  • el costal de sus culpas
  • la lavandera de sus remordimientos
  • la abogada de sus faltas
  • el muro de sus lamentos
  • la depositaria de sus deberes
  • quien resuelve sus problemas
  • o su llanta de repuesto para cumplir sus responsabilidades.

Y a partir de ahora, los declaro a todos adultos independientes y autosuficientes.

Nos quedamos mudos y estupefactos, y desde ese día, la familia comenzó a funcionar mejor, porque todos en la casa saben exactamente lo que les corresponde hacer.

8 comentarios en “Reflexiones de una mujer feliz

  1. Para nada profe, ya las nuevas generaciones de mujeres estamos implementando tal conducta; claro, siempre tropezamos con algún escollo, pero lo importante es no perder de vista la reflexión de que solo tengo y cito «injerencia sobre mí misma, y ustedes tienen todos los recursos necesarios para resolver sus propias vidas».

    1. Bueno profe, así deberiamos ser jajajaja pero ¡qué trabajo da! pues sobre todo, con los hijos, es muy difícil verlos como seres independientes de nosotros y no nos damos cuenta que cuando los parimos los convertimos en seres independientes, que ya no los tenemos dentro; pero bueno, vamos a tener que aprender.

  2. Muy interesante y educativo sobre todo para mí, que quiero manejar la vida de mi hija que tiene 45 años. Desde hoy voy a tratar de cambiar y tomaré la pastilla antiberrinche. Esta mañana me demoré porque no había arroz cocinado para el almuerzo, mi esposo muy tranquilo se fue a su trabajo, y yo me quedé preparando el almuerzo. Ahora leyendo la narración me pregunto ¿ por qué yo asumí la responsabilidad de cocinar y dejé que él se fuera? La mayoría de las veces es uno mismo el que se pone las responsabilidades.

    1. Estoy de acuerdo con usted, pero parece que eso nos lo arraigan nuestros mayores anteriores porque antes era la mujer el pilar de la casa y nos lo metieron de tal forma en la cabeza que no queremos aceptar que los tiempos son otros y que tenemos que aprender a delegar las tareas hogareñas entre todos porque nosotras también tenemos que descansar.

  3. Estoy de acuerdo en que así deben ser las cosas, pero en honor a la verdad, no estoy muy convencido de que la juventud asuma tal conducta como se dice. Si enfrentamos la realidad con toda la crudeza que lleva, veremos que hay un número considerable de actitudes y modos de actuación que distan mucho del deber ser. Hoy permanece como un mal duro de extirpar la sobreprotección. Se enraizó la idea de que tengo que lograr que mis hijos no pasen por las mismas pruebas y dificultades que tuve que pasar. Resultante: personas acomodadas, faltas de compromiso, incapaces de asumir lo que antes no daba ningún trabajo, pendientes de qué obtendré y qué me darán (en mayor medida que cuánto aporto en la vida familiar y social). Es pertinente reconocer como ejemplo que tal es la posición que se asume, que la mayor parte de las familias espera que la escuela resuelva cosas que le corresponde a la familia, y muchos se recuestan en deberes y responsabilidades de la casa. Pero hay un buen camino para luchar por seguir avanzando. Ojalá que se avance más y más rápido.

  4. Mariano, usted acaba de comentar algo supercierto y sobre esa base, quiero colaborar. Aquí hay mucha tela por donde cortar en cuanto a opiniones sobre el tema, no demasiado, aunque sí hay soluciones para eso. Ahora, fíjense bien y analicen todo lo escrito, hay que hacer análisis literario y contextual. Ella está rodeada de una familia adulta de manera general, se ve a la universidad, el carro, trabajo, hasta quien llega a quedarse. POR SUPUESTO QUE YA ESTÁN GRANDECITOS PARA QUE MAMI LOS MIME TANTO! Pero si me hubieran hablado de niños, acá las responsabilidades que la madre les debe entregar son otras sin despreocuparse de ellos, porque papá y mamá deben educar a sus hijos y darles confianza. Concuerdo con Ud. en que la sobreprotección es malísima, y de ese pensamiento antifamilia: «yo no quiero que mis hijos pasen lo que yo pasé» es un engaño, mala interpretación, llámenlo de muchas formas, pero no es la solución, solo tendrán bebés gigantes arrogantes para con todos y autosuficientes; sí, de esos que ustedes saben que hay muchísimos hoy día. La mujer de esta historia no delegó tareas desde el principio, allí apareció el problema, lo cual no quiere decir que se vuelva una feminazi y viva del aire también.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *