Tomado de Granma
El presidente Donald Trump no cesa en sus acusaciones contra Cuba. En una entrevista el pasado jueves con Telemundo –por cierto, la primera que ofrece a una televisora en español– aseguró: «¿Ves lo que está pasando en Venezuela? Es horrible. ¿Y sabes quién es el principal responsable del problema? Cuba. Tienen 25 000 soldados».
Como si fuera poco dijo también que va «a arreglar la situación en Cuba» y que su política de endurecimiento del bloqueo y la imposición de otras medidas con las que se revierte el acercamiento bilateral alcanzado durante el mandato de Barack Obama, podría «acelerar la transición hacia la democracia en la isla comunista».
Reiteró que la Mayor de las Antillas es la responsable de la prolongación de la crisis en Venezuela, por el apoyo militar que brinda al gobierno de Nicolás Maduro, aunque admitió que Juan Guaidó no ha logrado «desplazar» al mandatario venezolano porque eso es «un proceso» que lleva tiempo.
Definitivamente, lo que el presidente estadounidense tiene con Cuba y Venezuela es una obsesión, que lo lleva a ser irracional, compulsivo, monotemático y grosero, repitiendo argumentos absurdos que no creen ni en su propio país.
Cuba ha desmentido estas y otras tantas calumnias orquestadas desde Washington, porque nos asiste la fuerza de la razón y la verdad. Las únicas tropas que tenemos en Venezuela son las que integran el Ejército de batas blancas de la medicina cubana que ayuda allí a salvar millones de vidas, tal como lo hacen otros miles en muchas partes del mundo. En la nación bolivariana están también nuestros maestros y profesores, quienes fungen como coordinadores y asesores de las misiones que han elevado la calidad de la educación de ese país y la han llevado hasta los más recónditos parajes. Allí están los instructores de arte que rescatan y refuerzan la identidad nacional y latinoamericana, y los deportistas que trabajan en la captación y formación de jóvenes talentos, así como en la preparación de muchos otros que representan a esa nación en competencias internacionales.
Las aberraciones de Trump, tal como las de su asesor John Bolton –otro mentiroso patológico– ponen al descubierto de forma desvergonzada quiénes son los verdaderos responsables de la situación en Venezuela: los mismos que intentan con vehemencia asfixiar económicamente al pueblo cubano, rendirnos por hambre y enfermedades, desprestigiar la voluntad y el amor que esparcen nuestros colaboradores y denigrar la esencia misma de la solidaridad.