Por: Dr. C. Osmel Jiménez Denis
En el año 1994 se proclamó el 16 de septiembre como el Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono, o Día Internacional de la Capa de Ozono, sobre la base de estudios realizados en la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI que confirman que dicha capa atmosférica está seriamente amenazada, con una repercusión directa en la variabilidad climática que actualmente se percibe.
La importancia de proteger la capa de ozono es reconocida internacionalmente, tanto por países desarrollados como por los que están en vías de desarrollo. Hasta la fecha, 197 naciones y la Comunidad Europea, son parte en el Protocolo de Montreal, el cual representa el único tratado ambiental internacional ratificado por todos los países del mundo y que provocó una respuesta inmediata de los políticos y las industrias.
Cabe destacar que la capa de ozono es una franja frágil de gas que protege la Tierra de los efectos nocivos de los rayos solares, contribuyendo así a preservar la vida en el planeta. Sin embargo, la utilización durante años de ciertos productos químicos, como los clorofluorocarbonos (CFC), el tetracloruro de carbono y el bromuro de metilo, la han ido debilitando y dañando hasta provocarle un agujero que pone en peligro nuestra propia existencia y la del resto de seres vivos del planeta.
Algunas acciones para contribuir a proteger la capa de ozono y que se pueden poner en práctica en la universidad, la comunidad o en el hogar, son las siguientes:
- Utilizar medios de transporte ecológicos. El uso de transporte urbano, bicicleta o caminar pueden marcar una gran diferencia en la emisión de gases contaminantes.
- Evitar el uso del Bromuro de Metilo. Se trata de una sustancia muy utilizada en la agricultura, en tratamientos para la madera o en almacenes por su bajo costo y la alta efectividad. Se degrada con dificultad y está considerada como otra de las sustancias activas responsables de la destrucción de la capa de ozono. Sin embargo, puede ser fácilmente sustituido por sustancias no químicas como el uso de vapor.
- Sustituir productos de limpieza que contienen disolventes (sustancias corrosivas que son perjudiciales tanto para el medio ambiente como para nosotros mismos) por otros simples como el vinagre o el bicarbonato.
- Plantar un árbol propicia menos CO2 y más dioxígeno para el planeta.
- Comprar productos locales. Cuanta más distancia tengan que viajar tu comida y demás productos, menos contaminación producirán los motores que los transporten. Si compras productos locales, no solo será una gran manera de conseguirlos más frescos, sino que también protegerás la capa de ozono.
- Controlar tus gastos y adquiere un consumo responsable, tanto las facturas como el planeta te lo agradecerán.
- Aplicar siempre que puedas la “regla de las 3 erres”: reducir, reusar y reciclar, para lograr una economía circular entre todos.
Involúcrate en las actividades ambientales que realiza la universidad y tu comunidad, todos tenemos en nuestras manos la capacidad para marcar la diferencia. Propón mejoras, elabora ponencias y participa en charlas de concienciación y transformación medioambiental.
Grupo de Trabajo Institucional de la Tarea Vida.
Dirección de Ciencia, Tecnología e Innovación. UNISS