tomad de Escambray
Los monteros que rondaban por las faldas del lomerío en Pico Tuerto del Naranjal dejaron sus caballos atados en los árboles cercanos y se llevaron las manos a la cabeza intrigados mientras reparaban curiosos en aquel cementerio que acababan de descubrir, desperdigado a sus pies en la Cueva del Purial, sin comprender muy bien la magnitud de aquel hallazgo.
Por entonces trascurría la ya bien lejana década de 1880 y en lo más intrincado de la serranía, a unos 10 kilómetros al norte de Banao, pocos metros más allá de la rivera oeste del Río Higuanojo, ocurría el primer reporte y estudio arqueológico realizado en Sancti Spíritus.
A partir de ese hecho fortuito, cuando esa ciencia apenas gateaba en Cuba, esta región se convertía en noticia, incluso a nivel internacional, por haber aparecido en ese lugar un presunto homínido criollo, predecesor del ser humano, nombrado con el entusiasmo del momento como Homo cubensis u Hombre de Sancti Spíritus.
Lo que hoy nombraríamos como una Fake News se convirtió de la noche a la mañana en uno de los pocos candidatos americanos en la larga lista de los eslabones perdidos entre el Homo sapiens actual y los homínidos del Mioceno, hace unos 4 millones de años.
GÉNESIS DE UNA LARGA HISTORIA
Esta larga historia cuenta que el cura encargado de la Iglesia Parroquial de Ingreso San Ignacio de Loyola de Banao, Andrés Perdigón, envió una carta al entonces secretario de la Sociedad Antropológica de la Isla de Cuba, doctor José R. Torralbas, donde le comunicaba el hallazgo.
Según la acuciosa investigación realizada por el espeleólogo Luis Olmo Jas en el centenario de aquel suceso, esa institución decidió nombrar una comisión que investigara el escenario del supuesto más importante descubrimiento en el campo de la antropología prehistórica del momento.
“Integrados a una gruesa capa de travertino aparecen restos óseos de un singular enterramiento colectivo y en especial un fragmento de mandíbula que daría a Sancti Spíritus la paternidad de una nueva especie del género Homo, el ‘Homo cubensis’, también conocido como el ‘Hombre de Sancti Spíritus’ o ‘El Hombre del Purial’”, asegura Olmo Jas en su estudio.
El descubridor principal de este hallazgo resultó el joven médico y luego famoso antropólogo Luis Montané y Dardé, a quien se le encomendó realizar una expedición a la Cueva del Purial para analizar aquellos restos óseos.
Aunque en esa temprana fecha resultaban incipientes los conocimientos sobre la vida material del hombre de la Cuba prehispánica, la prensa de la época ofreció seguimiento a la novedad. El controvertido espirituano Marcos García, anfitrión y acompañante del científico en este azaroso periplo, publicó el 7 de julio de 1888 en el diario El Espirituano una detallada crónica, donde menciona incluso la presencia de un fotógrafo en el lugar.
“Bajo una lluvia torrencial y jadeantes de fatiga, llegamos a las márgenes del Iguanojo* (…) Las doce en punto serían cuando emprendimos la subida a la deseada gruta (…). El primero que plantó sus pies en la cueva de los indios fue el Dr. Montané, su amor a la ciencia y a la humanidad le habían prestado vigoroso aliento para elevarse hasta aquella altura”, contaba entonces, mientras describía veredas, derriscos y otros obstáculos naturales en el ascenso.
Y agregaba: “El Dr. Montané dispuso en el acto una excavación, que principió por la entrada de la gruta, y se extendió después a toda ella, mientras él y el Dr. Cuervo**, cada uno por su parte, extraían (…) a martillo y cincel, con una paciencia admirable, los huesos que en la misma se hallaban como sepultados. Lograron extraer (…) cuatro cráneos enteros y las piezas todas de tres más, así como un buen número de huesos largos, muchos de los cuales se deshacían en pedazos al recibir el contacto del aire”.
Los visitantes dividieron el supuesto tesoro encontrado y lo envolvieron con sumo cuidado en lienzos de lona, cubiertos de yaguas para evitar golpes exteriores y el 7 de julio la valiosa carga partía hacia La Habana, donde enseguida se organizó una exposición con lo colectado en el entonces Laboratorio Histobacteriológico, situado en Calzada de la Reina No. 92, la cual fue considerada por el diario El País como el acontecimiento de la semana.
RUMBO A PARÍS
De las misteriosas osamentas, dos cráneos fueron enviados al Laboratorio de Antropología de París donde, según la prensa espirituana de la época, les encontraron algún valor e incluso bautizaron el hallazgo como el Hombre de Sancti Spíritus.
Esta nueva situación obligó al doctor Montané a retornar a la gruta con el objetivo de completar los estudios para rendir un informe completo ante el XIII Congreso Internacional de Antropología y Arqueología Prehistórica de Mónaco, a celebrarse en 1906.
El prestigioso científico llegó nuevamente a la villa el 25 de diciembre de 1904, acompañado por el doctor Sebastián Cuervo, ambos comisionados por la Academia de Ciencias de La Habana: “El mayor interés sobre el llamado Hombre de Sancti Spíritus estriba en el estudio del subsuelo”, aseguró Montané a la prensa espirituana y agregó que hasta ese momento los huesos encontrados daban por la configuración del cráneo un tipo que se asemejaba al indio mexicano.
“El encontrar los restos óseos fundidos al manto estalagmítico de la gruta hace suponer a Montané y otros científicos una gran antigüedad de estos. Llegan a pensar incluso en su carácter fósil y los relacionan con el origen del hombre americano, sobre todo un fragmento de mandíbula que yacía en un plano inferior al resto de la osamenta, al igual que algunos dientes extraños por su forma”, comenta Olmo Jas en su investigación.
El doctor Montané presentó el resultado de sus investigaciones en varios eventos científicos internacionales y otros antropólogos del continente —entusiasmados con el hallazgo— comenzaron a hablar incluso de una nueva especie del género Homo y su contribución a la teoría sobre el origen del hombre americano en tierras de América: el Homo cubensis o el Hombre fósil de Cuba.
Sin embargo, apenas unos días después, Alex Hrdlicka, del Instituto Smithsoniano de Washington, presentó “La Génesis del Indio Americano”, basada en el concepto antropológico de la evolución de los monos, de los cuales los más cercanos al hombre no existieron nunca en América, donde las especies más inmediatas al hombre llegaron del viejo mundo, probablemente en la época glacial por el estrecho de Bering.
La honorabilidad científica del doctor Montané lo llevó en 1922 a reconocer ante la Sociedad Antropológica de París el error de sus apreciaciones: “Hasta aquí llega definitivamente la historia del cementerio indio de Banao. Se desconoce el paradero de la mandíbula. En el Museo Antropológico de la Universidad de La Habana se conservan algunos de los restos óseos procedentes de la gruta y en 1936 murió su descubridor”, precisa el espeleólogo espirituano Luis Olmo Jas en su amplia indagación.
Mucho tiempo después, a fines de la década del 80 del pasado siglo, el propio Olmo Jas, junto a otros colegas, visitó el lugar —llamado actualmente Cueva de los Indios— y sus alrededores, donde encontraron dos nuevos sitios arqueológicos pertenecientes a los grupos preagroalfareros que habitaron la región.
“Hoy sabemos que aquellos hallazgos se trataban de un osario constituido por piezas de varios individuos, producto de un entierro secundario. Su disposición pudo estar relacionada con un culto mágico-animista a los muertos”, concluye el experto.
Así, con tantos sólidos argumentos, quedó completamente desechada la clasificación paleontológica del Homo cubensis y hoy aquel supuesto hallazgo apenas pervive como un lejano recuerdo para los especialistas en la materia o como una leyenda fantasiosa para algunos ilusos conocedores del lugar.
Notas:
* El nombre de este río se escribió sin H hasta principios del siglo XX, así aparece además en los libros de Actas Capitulares y Haciendas Comuneras de Sancti Spíritus.
**Se trata del doctor Sebastián Cuervo Serrano, prestigioso médico cirujano y reconocido patriota espirituano.