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¿Amar admite doble lenguaje?

Tomado de Juventud Rebelde

El proyecto de Código de las Familias propone significativos retos culturales a la sociedad cubana, convida a la ruptura de patrones y modelos heredados, que no por repetición necesariamente implican ser lo correcto, y diversidad de criterios surgen entonces ante la propuesta.

“Las niñas, los niños y adolescentes tienen derecho a recibir orientación y educación de las personas adultas responsables de su crianza sin que, en modo alguno, se autorice a estos el uso del castigo corporal en cualesquiera de sus formas…”, así reza el artículo 142 de la versión del Código sometida a consulta popular en Cuba.

Jesús Rolando Cabrera, pastor de la Iglesia Evangélica Pentecostal Asamblea de Dios, quien reside en la provincia de Matanzas, considera que llevar el artículo 142 a un extremo donde como forma apropiada de disciplina en la crianza solo se apele a la psicología, constituye un error garrafal.

¿Qué hacer con un niño que no respeta el castigo?, está claro que el recurso psicológico es el primer paso, de entrada no le darás una nalgada a un niño, eso es un abuso, empiezas con psicología, después viene el castigo, pero si el niño no respeta el castigo como es debido habrá que sonarlo, opina el joven de 31 años de edad.

No le pegarás con un palo para lesionarlo, pero una nalgadita puede darse, o con un cujito que le pique un poquitico y se lo sienta, es saludable; todos los extremos son malos y llevarlo al extremo donde solo es psicología creo que conllevará a la crianza de delincuentes, argumenta.

Un niño que no es capaz de respetar la autoridad de sus padres, que no es capaz de respetar a sus abuelos, que no entiende que detrás del castigo le picará el cuje, no respetará la autoridad cuando crezca que en ese caso será la policía, yo pienso que el artículo 142 debe arreglarse, concluye.

Ismary Lara, máster en Psicología Clínica y Sexualidad, considera muy importante que desde lo legislado se plantee la no autorización del uso del castigo corporal en la crianza, porque sería muy subjetivo hasta dónde podría ser el golpe, hasta dónde se permite el maltrato que además de físico implica un daño psicológico.

Nos criamos en una cultura del castigo ante la equivocación o el error, y considero que hay que cambiar ese modo de pensar, ante una situación que no salga como se esperaba es el aprendizaje lo que hay que dar a las niñas, los niños y adolescentes, explica la profesora.

La mayoría de los delincuentes fueron abusados en su niñez, quiere decir que son personas dañadas, golpeadas, maltratadas, si desde el primer momento uno lleva un estilo de comunicación, de respeto y de autoridad que no es autoritarismo, el niño respetará la palabra, añadió.

Quienes no recapacitan sobre el tema repiten el modelo familiar del que proceden y quienes recibieron golpes es muy probable que hagan lo mismo con sus hijas o hijos, pero hay otras variantes para que los niños hagan lo que los adultos suponen que deben hacer, asegura la además coordinadora del proyecto SoLuna, con sede en la Oficina del Conservador de la Ciudad de Matanzas (OCCM), para visibilizar y prevenir la violencia y promover una cultura de paz.

A veces nada más el cambio de actitud y que tu hijo te vea más recogido o callado es suficiente para que se percate de que cometió un error y aunque esté pequeñito pregunte qué pasa y entonces hay que explicarle, resalta Lara, quien además insiste en el diálogo constante entre los infantes y las figuras de autoridad en la crianza.

Mi hija tiene 18 años y nunca le pegué, el respeto se gana cuando eres capaz de a un ser querido demostrarle que le amas, que le eres incondicional y ante una equivocación explicar qué sucedió y qué podría cambiar, cómo sería en una segunda oportunidad; desde mi vivencia personal estoy en contra de la nalgada, del cuje y de cualquier otro acto de violencia contra un niño o una niña, destaca.

También hay que reflexionar sobre el hecho de que los adultos se reconocen con el poder de la autoridad y desde mi visión hay muchos no en la crianza, el no tiene que estar cuando hay peligro, cuando vaya en contra de los valores o dañe a un tercero, opina la doctora.

Hay que saber darlo sin que sea agresivo porque la niña y el niño afrontan un proceso de aprendizaje, hay que sentarlos, conversar y explicar –insistió la psicóloga-; cuando un ser humano le dice a otro que le quiere y le pega a la vez, se da una disonancia cognitiva, no puede haber un doble lenguaje porque confunde a quien lo recibe, si amas no hay por qué dañar, ni hacer sufrir.

Coincidir en opinión sobre el proyecto de Código de las Familias no constituye una obligación ciudadana, pero sí construirlo entre todos devendrá la opción más saludable para la sociedad cubana y para el futuro de las niñas, niños y adolescentes que merecen respeto, cuidado y amor, y que sean siempre los responsables de la crianza la mejor versión posible como personas adultas.

(Tomado de ACN)

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